Exceptuando el mercado chino y el brasileño, dejamos atrás una semana de ganancias en la renta variable internacional. Con repuntes en Europa por encima del 4% (EuroStoxx 50: +4,46% y el IBEX 35: +4,32%) y por encima del 2% en Wall Street (S&P 500: +2,64% y el Nasdaq 100: +2,12%). Una semana en la que la volatilidad en los tipos fue considerable pero la comparecencia del BCE ayudó a la normalización de la situación en la Eurozona. En este sentido, la autoridad monetaria europea confirmó las expectativas del mercado al anunciar que acelerará las compras de deuda del programa PEPP en el próximo trimestre para frenar los recientes repuntes del TIRs, aunque a corto plazo las compras netas podrían seguir sesgadas a la baja por el elevado volumen de amortizaciones existentes. Respecto a la inflación, el BCE espera un aumento del 1,5% para el 2021, estimando que toque techo en torno al 2% en el cuarto trimestre de este año, para luego moderarse hasta niveles del 1,2% en 2022.
Por lo tanto, las mismas previsiones que la Reserva Federal estadounidense respecto al comportamiento de la inflación, pero con un mensaje más intervencionista y pro mercado que el del discurso del presidente de la autoridad monetaria estadounidense. Como habitualmente, la modulación del mensaje de los Bancos Centrales y la orientación de expectativas (Forward Guidance) se convierte en mejor instrumento de política monetaria que las propias decisiones sobre tipos o de la propia política monetaria. El diferente Forward Guidance del BCE y de la FED, llevó a que los tipos de la deuda europea se relajaran mientras que el bono estadounidense a 10 años continuó con su escalada, cerrando la semana en el 1,635%. Adelantar posibles medidas futuras se utiliza cada vez más por los Bancos Centrales como medio de superar las limitaciones derivadas del nivel cercano a cero o negativo del interés oficial y una manera de influir en los tipos de interés a largo plazo y en las condiciones financieras generales.
Sin duda, la inflación se ha convertido en la protagonista de este principio de año y la preocupación de los inversores. Está generando movimientos en todas las clases de activos, consecuencia del reajuste en las carteras en la búsqueda de posicionamientos que las inmunicen contra la inflación. Porque los inversores tenemos dos opciones, esperar a que llegue la vacuna de los bancos centrales o tomar medidas de protección. Por ahora, los ritmos de administración de esta vacuna monetaria son inciertos y desiguales, tras los variados mensajes de los bancos centrales, por lo que el inversor ha optado mayoritariamente por la protección. Protección como: rotación hacia sectores cíclicos y reducción de duraciones en la renta fija. Sin embargo, en ocasiones una excesiva protección puede ser dañina, sobre todo cuando no se tiene claro sobre que nos tenemos que proteger.
Lógicamente el inversor, ante la dificultad de prever la inflación futura, su influencia en las políticas de los bancos centrales o en los activos, debe centrarse en la realidad y en el objetivo de base de todo inversor, que no es otro que los rendimientos de su inversión superen la inflación.
La realidad es que vamos a tener inflación los próximos meses, consecuencia del encarecimiento de las materias primas, la propensión al consumo y por la eliminación de restricciones según se extiende la vacunación. Pero la realidad también es que los bancos centrales no se pueden permitir una normalización de tipos en línea con la mayor inflación; la situación económica y el endeudamiento global lo impiden. Por lo tanto, nos encaminamos a una caída de los tipos reales, pero no de la TIRs de los bonos. Ante esto, no sería aconsejable una protección simplemente reduciendo duraciones de la renta fija, sino sería más aconsejable incorporando bonos ligados a la inflación o aumentando la exposición en la renta variable.
En renta variable, no toda la rotación hacia sectores cíclicos o value puede ser adecuada como protección de la inflación. Si las tasas a largo se contienen, las valoraciones actualizadas de los retornos de las empresas growth, tecnológicas, etc.., seguirán haciendo atractivos sus precios actuales. Por otro lado, deberíamos seleccionar compañías con capacidad de fijación de precios, en detrimento de aquellas que verán erosionados sus márgenes por mayores costes (materias primas). Y si incorporamos sectores cíclicos deberíamos buscar valoraciones razonables y evitar compañías excesivamente endeudadas.
Conviene preparar nuestras carteras para la inflación, pero la receta no es sencilla. En estas situaciones si intentamos predecir el futuro y realizamos movimientos radicales en nuestras carteras, es más fácil cometer errores que acertar. Por lo tanto, si ya contamos con una cartera consistente en la calidad de la renta fija y diversificada en sectores, el consejo es la prudencia y no realizar grandes cambios. Si nuestra cartera está compuesta de fondos de inversión, deberíamos ceder la iniciativa, en el ajuste de los subyacentes a un entorno de mayor inflación, a los gestores de estos fondos y no realizar cambios de estrategias en este momento.
En la semana que entramos, la inflación volverá a ser protagonista debido a las reuniones de tipos del FOMC de la FED, del Banco de Inglaterra y del Banco de Japón, que darán a conocer su Forward Guidance. Entre la macro destaca los datos de ventas minoristas en EE.UU. y el indicador ZEW de confianza inversora en Europa y Alemania.
Lunes: Índice de producción industrial en China.
Martes: Índice Zew de confianza inversora en Alemania y en la zona euro. Ventas minoristas en EE.UU.
Miércoles: IPC de la zona euro. Reunión de tipos del FOMC de la FED y rueda de prensa posterior.
Jueves: Reunión de tipos del Banco de Inglaterra. Nuevas peticiones de subsidio de desempleo en EE.UU. El Tesoro español subasta bonos a 3 y 5 años y obligaciones a 10 años.
Viernes: Reunión de tipos del Banco de Japón y rueda de prensa posterior. IPC de Japón.