Llega el momento para los bonos y las Small Caps

Cuando nos encaramos a cerrar el segundo mes del año en los mercados de renta variable se respira una agradable sensación de fortaleza. Las bolsas han obviado el aumento de rentabilidades exigidas a los bonos, que en otras ocasiones las han penalizado duramente, y se han apoyado en una buena campaña de publicación de resultados de las compañías del último trimestre del pasado año para acumular ganancias superiores al 6,50% este año. El S&P 500 acumula un 6,69% en lo que llevamos de año, el Nasdaq 100 un 6,61% y el EuroStoxx 50 un 7,75%. Pero ¿es suficiente una sensación para que se trate de un avance sólido?

Las sensaciones y los aspectos emocionales son capaces de dirigir el rumbo de los mercados en el corto plazo, pero en el largo plazo se necesita un apoyo de los datos macros y que las sensaciones se conviertan en realidades. Con las emociones tendemos a focalizar en unos pocos aspectos a los que se les da mucha importancia, obviando otros que quizás sean más determinantes.

Actualmente los mercados se han focalizado en los resultados empresariales de las compañías de los índices de EE.UU. y están obviando las grandes divergencias que hay desde el punto de vista sectorial, regional y de la actividad económica. 

El crecimiento de los beneficios por acción el S&P 500 superan el 7,5% cuando estaba previsto un 1%, sin embargo, el crecimiento de beneficios de las 7 magníficas va a suponer el 70%, mientras que las otras 493 empresas publicarán un número negativo medio, en torno al -3% interanual. En Europa el crecimiento de los beneficios por acción justo llega al 2% también con grandes divergencias sectoriales.

Si nos fijamos en la actividad económica global las divergencias son especialmente significativas.  La actividad económica global, exceptuando Estados Unidos, ha sido bastante decepcionante. Reino Unido y Japón han publicado ya datos del cuarto trimestre y se encuentran en recesión técnica. Europa evita por los pelos la recesión técnica y revisa a la baja su crecimiento para 2024. 

Otro de los aspectos que están obviando las bolsas es la ralentización en la caída de la inflación, bien tenida en cuenta por los bancos centrales y por el mercado de bonos. En este sentido parece más coherente el comportamiento de los bonos que han ajustado sus valoraciones a un retraso en la bajada de tipos hasta después del verano. 

Parece, por lo tanto, aventurado afirmar que lo que hemos vivido hasta ahora sea considerado un avance sólido. En estos momentos convendría actuar con cierta coherencia con los datos y apostar por la realidad más que por una sensación. 

Además, en mercados cuando los datos fundamentales no lo desaconsejan claramente, suele funcionar apostar por aquello que está infravalorado o ajustado en precio. En estos momentos tenemos a los bonos a un precio ajustado que ya han corregido el retraso en la bajada de tipos, ahora se descuentan ya solo 3 bajadas de tipos este año, en lugar de 7. Las bajadas van a llegar y si la inflación no sorprende al alza, este año el efecto mercado favorecerá a los bonos. Esta misma semana conoceremos datos de inflación que si se modera puede impulsar las valoraciones de este activo.

En renta variable, la temática que está en precio por comparativa histórica son las Small Caps USA (compañías de pequeña capitalización de Estados Unidos). Las valoraciones de estas compañías han estado estancadas desde principios de año y teniendo en cuenta el histórico, en términos relativos tienen una baja valoración con respecto a las grandes compañías. La más baja desde el año 2020. (Ver figura). A estas compañías les beneficia dos acontecimientos que tendremos este año, por un lado la ya comentada bajada de tipos y por otro las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Las small caps han obtenido resultados superiores a los de las grandes compañías (large caps) de forma bastante constante durante los años de elecciones, con un exceso de rentabilidad media anual del 9%, cuando la media de diferencia contando todos los años desde 1992 ha sido de -1%.

 ¿Es el momento de la Cartera Permanente?

Los mercados de renta variable continúan mostrando fortaleza y los datos macro empiezan a dar señales positivas sobre el crecimiento económico. En las semanas que llevamos de año los optimistas empiezan a tomar la delantera, incluso se empieza a dudar del posible aterrizaje, ni forzoso ni suave, la economía podría seguir planeando sin tomar tierra.

El dato de creación de empleo no agrícola en EE.UU. que se publicó el pasado viernes sorprendió al alza, se crearon 353.000 empleos frente a una previsión de 187.000 y la tasa de desempleo se situó en 3.7%, una décima por debajo de los previsto. El resultado en mercados de estos datos fue un repunte en las bolsas que cerraron una nueva semana en positivo. El S&P 500 avanzó un 1,38% en la semana, el Nasdaq 100 un 1,27% y en Europa el EuroStoxx 50 se apuntó una subida semanal del 0,42%.

Pero no solo se trata de los datos de empleo en EE.UU. lo que está generando esperanzas sobre el crecimiento económico. El consumo también parece estar en buena forma. El PIB del último trimestre en EE.UU sorprendió al alza, situándose en un 3,3% frente al 2% previsto. El consumo personal supone un 1,9% de este dato. En Reino Unido los datos de confianza del consumidor también han mejorado. Además los datos de PMI adelantados que se publicaron la semana anterior y que representan el sentimiento de las empresas mejoraron. El PMI manufacturero de Europa subió hasta el 46,6 desde el 44,4 anterior y el de Estados Unidos superó la barrera de los 50 puntos situándose en un 50,3.

A todo esto hay que añadir una inflación a la baja y unos bancos centrales muy equilibrados en sus declaraciones con una intencionalidad clara de reducir tipos, eso sí, sin precipitarse, lo que echaría más leña al fuego de la reactivación económica. Por otro lado, la temporada de publicación de resultados empresariales del último trimestre de 2023 también está superando expectativas. 

Hasta aquí todo lo que está haciendo que veamos un mejor principio de año que el esperado y que anima a los optimistas. Pero ¿qué dicen los pesimistas, o menos los optimistas?

Los pesimistas apuntan que pueden ser los últimos datos positivos que veamos. La creación de empleo y la mejora del consumo pueden generar nuevas tensiones inflacionistas. Las tensiones en el mar Rojo, con el incremento del coste de los fletes, pueden empujar nuevamente a los precios hacia arriba. Para ellos, es demasiado pronto para cantar victoria sobre el crecimiento económico, de hecho esperan una recesión moderada los próximos meses, porque el debilitamiento económico suele venir con cierto decalaje tras un ciclo de subidas de tipos. Prevén que los bancos centrales se verán obligados a bajar los tipos más rápidamente para evitar el aterrizaje forzoso.

¿Con qué escenario nos quedamos? Crecimiento, recesión, inflación o deflación. Una vez más estamos en un mundo incierto. 

Cuando llegamos a un punto de este tipo no puedo evitar recordar La Cartera Permanente, la estrategia de inversión creada por Harry Browne en los años 70. Esta estrategia se basa en tener siempre un activo que se se comporte bien en cualquiera de los cuatro escenarios sin tener que predecir cuál será el que se producirá. Desde el punto de vista práctico supone tener a partes iguales acciones, bonos, liquidez y oro. Las acciones son adecuadas para los períodos de prosperidad, lo ideal es una diversificación en acciones a nivel global. Los bonos son especialmente indicados para periodos de deflación, en la que los tipos bajan, por lo que se aconseja duraciones largas y calidad invirtiendo a nivel global. El Oro es defensivo y protege de la inflación. También pueden incorporarse materias primas en este bloque. Y la liquidez es adecuada para momentos de recesión, protegemos nuestro capital en espera de mejores oportunidades. Hoy en día los fondos monetarios son una buena solución para esta partida de liquidez ya que además nos aportan rentabilidad.

Harry Browne propone una distribución del 25% en cada uno de estos activos y que anualmente se realice un rebalanceo para volver siempre a esta posición inicial del 25%. Esta estrategia no permite sobre ponderar escenarios, aunque sean muy obvios. Lo que se busca es una estabilidad en la inversión en mundos inciertos y el resultado anualizado no ha sido malo. Desde el 1972 la cartera permanente USA en dólares ha aportado una rentabilidad anualizada del 8,24%.

Parece que puede ser el momento de la cartera permanente, pero no de forma muy estricta ya que puede ser una buena estrategia sobreponderar el activo que mejor funcione en el escenario que se nos vaya abriendo. Cuando digo sobreponderar es subir el porcentaje del 25% entre 5 o 10 puntos en detrimento del activo del escenario que se vaya apagando.

Propuestas de cartera permanente hay varias en el mercado. Puede consultar con su asesor o también puede construir cada uno la suya propia, porque estamos ante un mundo incierto para este 2024.