Más Renta Fija y Acciones de Dividendo en las carteras.

Dejamos atrás una semana de consolidación de niveles en los mercados de renta variable y de la deuda. A pesar de algunos momentos de nerviosismo generados por el conflicto de Ucrania, y de que las expectativas de un final temprano de la subida de tasas se redujeron, el resultado final de la semana fué de ligeros descensos en EE.UU y de avance en Europa. El S&P 500 cayó un 0,69% en la semana y el EuroStoxx 50 se anotó una subida semanal del 1,46%. El índice de volatilidad VIX, se ha reducido considerablemente las últimas semanas volviendo a niveles del pasado mes de agosto.

La reducción de la inflación en EE.UU., incluida la subyacente, generó un alivio para la renta fija, los activos de riesgo y para las expectativas sobre los techos de tipos en este ciclo de subidas. Pero, este dato de inflación también representa una desaceleración del consumo, especialmente en categorías o sectores que ya son deflacionarios, como la atención médica, ropa, transporte aéreo, vehículos de segunda mano o educación. 

Como ya hemos comentado en artículos anteriores, la valoración de los activos tanto de renta fija, como de renta variable, viene marcada por el tipo de interés de mercado. Unos tipos de interés más bajos elevan las valoraciones de los activos. Pero en el caso de la renta variable hay otro factor a tener en cuenta, los flujos futuros generados por los resultados empresariales. Una caída de resultados afectará negativamente en la valoración de la misma. Para considerar el posible recorrido actual de las bolsas, vamos a tener que evaluar la influencia de ambos factores.

Todo apunta a que el fin del ciclo de subidas de tipos está cerca, se prevé una reducción del ritmo de subidas a corto plazo y un punto final en mayo de 2023. Esta mejora de entorno de tipos para los activos de riesgo confronta con la contracción en los beneficios futuros de las compañías. Está por ver qué factor se impondrá los próximos meses en la valoración de los activos de renta variable.

Estamos viendo cómo determinadas compañías han iniciado un proceso de reducción de costes y de recortes de empleos, con el fin de beneficiar la cotización de sus empresas. El objetivo es que el factor de resultados no penalice su valoración los próximos meses, porque no solo unos tipos de interés más bajos van a servir para hacer atractivas estas compañías.

En este entorno se hace difícil adelantar un comportamiento global de los activos de renta variable, a pesar de que la moderación de los tipos les beneficie a medio plazo. Sin embargo, en la renta fija tenemos una visibilidad más alta. Las TIRes que ofrecen estos activos, tanto en la deuda como en el crédito, son lo suficientemente atractivas como para determinar que estamos en un momento de oportunidad en este activo, ante una moderación en los tipos.

¿Quiere esto decir que tenemos que recortar la renta variable en nuestras carteras? Puede ser una posibilidad para aquellos que busquen reducir la volatilidad de sus carteras. Pero quien quiera optimizarlas, simplemente debe evaluar si la renta variable que mantiene está compuesta por compañías de alto dividendo, porque estas compañías van a  sufrir menos en un entorno de reducción de resultados y de competencia con unos bonos con tipos altos. La búsqueda de compañías de divendo va ser el mantra para el próximo año y cuanto antes tomemos posiciones en este tipo de renta variable, mejores retornos lograremos a nuestra inversión.

En la agenda económica de esta semana entrante, el inversor debe estar atento a la publicación de los PMIs de las principales economías mundiales. Se espera que continúe a la baja la confianza de los gerentes de compra, pero que la caída se ralentice con respecto a los anteriores meses. También deberán prestar atención a la información que contengan las actas de la última reunión del FOMC de la Fed, que se publicarán el miércoles, y las actas de la última reunión del BCE que se publicarán el jueves.

 En busca de señales de compra

El tono agresivo del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en su comparecencia del miércoles tras la decisión sobre los tipos del FOMC, enfrió nuevamente a los mercados, que esperaban alguna referencia a una disminución en el ritmo de subidas para la próxima reunión del mes de diciembre. Esto hizo que la semana resultará negativa para los índices de Wall Street, a pesar del repunte que vivieron el viernes. El S&P 500 se dejó un 3,35% en la semana, el Dow Jones un 1,39% y el Nasdaq 100 un 5,97%.

Pero, a pesar de las palabras de Powell, la probabilidad sigue siendo alta de que la subida para el mes de septiembre sea de un 0,50%, en lugar del 0,75% de las últimas reuniones. En gran parte porque cada vez queda menos para llegar al rango del 4,50% y 5,00% que se considera como el tipo adecuado para realizar un freno en las subidas, pero también porque las variables sobre las que puede incidir la política monetaria parecen están teniendo efecto en la mitigación de la inflación de la primera economía mundial. Con una particularidad, que el mercado laboral y los resultados empresariales siguen fuertes, por lo que quizás el aterrizaje suave todavía sea posible.

Las palabras de Powell podrían ser consideradas como una herramienta más de política monetaria, o por lo menos como un complemento adecuado para encauzar hacía sus objetivos de corto plazo los comportamientos del mercado y de los consumidores. Por ello, no deberíamos preocuparnos por el tono de halcón en sus mensajes, sino basar cualquier previsión en hechos consumados o en los indicadores macro adelantados.

La descorrelación que estamos viendo, estas últimas semanas, entre bolsas y bonos es una señal de que la temible recesión parece alejarse. La fortaleza económica actual apunta a que puede soportar un ciclo de subida de tipos, manteniendo la utilización del potencial de sus recursos a un nivel alto. Es decir, sin provocar mucho daño. 

Desde el principio de año, las bolsas han descontado en sus valoraciones un escenario de recesión que progresivamente se ha ido exacerbando, por la agresividad y rapidez en las subidas de tipos que han llevado a cabo los bancos centrales a nivel global. Si finalmente la recesión no tiene la profundidad descontada en valoraciones, estamos ante una gran oportunidad de compra en bolsa. Los rebotes de las bolsas de las últimas semanas, al calor de unos mejores resultados empresariales de los esperados y de unos datos macros sólidos, pueden ser el punto de inflexión hacia una recuperación de niveles en los próximos meses.

Cuantas más señales aseguren este escenario, de una recesión leve y de un final de ciclo en la subida de tipos a mediados del 2023, más peso de renta variable deberíamos ir incorporando en nuestra cartera, si partimos de una situación neutral respecto a este activo.

Una de estas señales podemos tenerla esta misma semana, ya que el jueves se publica el dato de la inflación del mes de octubre en EE.UU. Se espera que la inflación anual se repliegue hasta el 8% desde el 8,20% de septiembre. Cualquier dato inferior a este 8% esperado será una clara señal de compra.

Respecto a qué sectores, o tipos de compañías, pueden ser el objetivo en esta construcción de cartera, debemos considerar que la bolsa tiene un competidor fuerte en los bonos. Unos bonos actualmente con unas rentabilidades altas, por lo que deberíamos seleccionar compañías o sectores con dividendo alto y si es posible bajo endeudamiento.Tendríamos que descartar esas compañías growth o tecnológicas cuyos dividendos no sean ya una realidad. Esperamos un mejor comportamiento del Dow Jones que del Nasdaq 100. No es descartable una reacción de recuperación de las tecnológicas en un momento inicial, pero su competencia con unos bonos de alto rendimiento no las hacen apetecibles para una cartera, en el medio plazo. Además, la carrera por la búsqueda de rentabilidad de estas compañías va a generar conflictos internos, debido a reestructuraciones, poco favorables para su estabilidad en bolsa, como es el caso de los despidos en Twitter.