EL CISNE NEGRO QUE CAMBIO LA INVERSIÓN EN 2020

La teoría del cisne negroes una metáfora que describe un suceso inesperado y de gran impacto. Fue desarrollada por el filósofo e investigador libanés Nassim Nicholas Taleb en 2008, aunque su origen se remonta al siglo XVII. En aquella época, los primeros exploradores europeos que llegaron a Australia se encontraron una especie de cisnes negros en el país oceánico. Hasta ese momento, se creía que todos estos animales eran de color blanco, y este descubrimiento inesperado cambió por completo la percepción que existía por aquel entonces.

Por lo tanto, para que un evento pueda considerarse un cisne negro tiene que ser altamente improbable, debe tener un elevado impacto y que se tienda a explicar con razonamientos lógicos.

La economía es sin duda la rama de conocimiento donde la teoría del cisne negro tiene más implicaciones. De hecho, todos los eventos considerados como cisnes negros han provocado un cambio en las preferencias de los inversores a corto plazo y, por tanto, de la evolución de los mercados. Los atentados del 11 S, el Brexit o la aparición de internet, han sido considerados como cisnes negros.

Pero el evento que será referido como el mayor cisne negro de la historia es sin duda la pandemia de la Covid-19 que hemos sufrido este año 2020. Inesperado y de alto impacto en muchos aspectos de la vida, pero especialmente en la economía. Y consecuentemente, con importantes implicaciones para la inversión y las preferencias de los inversores.

La emergencia sanitaria que ha provocado la Covid-19 ha tenido un impacto directo y devastador en algunos sectores económicos y nos ha llevado a una recesión económica que va ser recordada como la crisis de la pandemia. Toda crisis supone un cambio y esta no va ser diferente. En situaciones de crisis se han gestado las mejores ideas que han ayudado al avance de la humanidad, aunque la inestabilidad que provocan pueden ser traumáticas, en algunos casos.

En los momentos del inicio del brote del coronavirus (SARS-CoV-2) el impacto en el universo de los activos fue relativo, incluso se marcaron máximos a mediados de febrero. Pero según avanzaba la pandemia, se extendía la consciencia y las restricciones, los activos financieros sufrían una de las mayores y más bruscas caídas de la historia. Las bolsas mundiales con caídas cercanas al 30% y los activos de renta fija con caídas superiores al 10%. La incertidumbre se apoderó de los inversores y la avidez por la liquidez genero un tsunami de ventas en los mercados.

La situación ha cambiado sustancialmente desde aquellos primeros momentos. Los mercados han reaccionado al alza, aunque lo más determinante ha sido que las actuaciones y comportamientos que se han llevado a cabo en este periodo de pandemia han cambiado las preferencias de los inversores e incluso el entorno de la inversión. El cisne negro cumple con su papel.

Nos encontramos en un entorno nuevo para la inversión, en la que la liquidez infinita de los bancos centrales da soporte a un gran universo de activos de renta fija y aseguran la supervivencia del sistema financiero, pase lo que pase. El cambio en los hábitos que ha provocado la pandemia ha impulsado a las compañías tecnológicas, farmacéuticas, bio-sanitarias y de comercio on-line. Pero también hay perdedores como las compañías del sector petrolífero, transporte, turismo o cíclicas.

También ha supuesto un impulso a una tendencia incipiente hasta la fecha, la apuesta clara hacia la sostenibilidad y las energías renovables. La pandemia ha supuesto un salto de varios años en el desarrollo de esta tendencia y de la misma manera en la implementación de la tecnología en nuestras vidas.

Podríamos pensar que cuando las vacunas nos devuelvan a la normalidad lo que se ha impulsado se replegará y lo que está penalizado resurgirá. Pero el impacto de este cisne negro ha echado unas fuertes raíces que harán que las cosas nunca vuelvan a ser como antes. Cuando hay cambios en una crisis difícilmente hay marcha atrás.

Las consecuencias para la inversión no han sido negativas, al fin y al cabo. Pero conviene tener en cuenta cual es el nuevo entorno a la hora de definir nuestro posicionamiento.

La liquidez abundante de los bancos centrales y la generada por los estímulos fiscales de los gobiernos van a hacer que los activos se revaloricen. Es probable que veamos antes inflación en los activos financieros que en la economía real. Los activos de renta fija van a contar con una seguridad y estabilidad nunca vistos, gracias al soporte de los bancos centrales. Las compañías que intervengan en la cadena de valor de las empresas tecnológicas, de energías renovables, vinculadas con el coche eléctrico o autónomo y las que se beneficien de la tendencia de la longevidad, van a ser las que mejor desempeño muestren en los mercados de renta variable en el futuro. Un futuro en que las Inversiones Socialmente Responsables (ISR) tendrán un papel preponderante.

La precaución viene por identificar aquellos activos de compañías zombis. Compañías zombis son aquellas que no van a ser capaces de generar valor en el futuro y que actualmente están beneficiadas de la facilidad de financiación o porque se identifican dentro de un sector de los beneficiados.

El cisne negro de 2020 ha cambiado la inversión, pero las recetas para éxito siguen siendo las mismas, la diversificación y la selección. Y el instrumento que nos garantiza a los inversores cumplir con estos principios sigue siendo el Fondo de Inversión.

El 2021 dará continuidad a un buen 2020.

Nos adentramos en semanas de menor actividad en el mercado, llega el momento de hacer balance del año e intentar realizar una previsión fundamentada de lo que nos espera en 2021. Si miramos al resultado final en bolsas y en bonos, podemos decir que el año 2020 ha sido un año bueno. El año que todos intentaremos borrar de nuestros álbumes familiares y de nuestro recuerdo, finalmente ha sido fructífero para nuestras inversiones. Con el avance de la pasada semana en las bolsas, el S&P 500 se apunta una subida anual del 14,80% y el Nasdaq 100 un 42,16%. En Asia El Nikkei 225 ha avanzado en el año un 13% y el FTSE China A50 un 17,4%. El índice Europeo EuroStoxx 50 es el que desentona, como nos tiene acostumbrados, dejándose un 5% este año 2020. En conjunto, el índice MSCI World en dólares ha aportado en el año un rendimiento del 13,19%.

En los libros de estadística va ser difícil justificar, con el resultado anual en las bolsas, el impacto económico y sanitario que ha supuesto el cisne negro que nos vino a visitar el mes de febrero. Y es que, la recesión económica mundial, a la que nos ha llevado la pandemia, se prevé que dure poco tiempo, con una fuerte recuperación en 2021. Estas expectativas han llevado a las bolsas a una recuperación en “V” superando niveles de principios del año. La reacción de los bancos centrales, con sus programas de liquidez, y de los gobiernos, con sus estímulos fiscales, han sido los acicates que han propiciado un entorno tan favorable para los mercados.

Se podría llegar a afirmar incluso, que el año 2020 no hubiera sido mejor en mercados sin la pandemia. La pandemia ha dejado en segundo plano incertidumbres a las que se enfrentaban los mercados este año 2020 (la guerra comercial, las elecciones estadounidenses, el Brexit, etc.). Una interpretación favorable de la resolución de la pandemia ha obviado al resto de catalizadores negativos.

Aunque el resultado superficial no denota la influencia de una pandemia mundial, el fondo del mercado ha cambiado sustancialmente y debemos tenerlo en cuenta a la hora de posicionarnos del cara al 2021.

La pandemia ha dejado una gran liquidez en los mercados. Es inminente el acuerdo en el congreso estadounidense para un paquete de ayuda COVID, con estímulos de 900.000 millones de dólares, que van a suponer pagos directos de 600 $ y 300 $ semanales de compensación al desempleo. El fondo de recuperación europea llegará a los países los próximos meses. En definitiva, mucha liquidez que fluirá hacia los activos financieros, siendo los activos de riesgos los más beneficiados dada las bajas rentabilidades que encontramos en la renta fija.

Por otro lado, las nuevas formas de relacionarnos y comportarnos que ha dejado la pandemia, ha favorecido a determinados sectores y tendencias, perjudicando a otros. Para el corto plazo y con la llegada de la normalidad, deberíamos apostar por las compañías actualmente penalizadas pero que se verán beneficiadas por la reapertura económica. Para el largo plazo deberemos incorporar en la cartera compañías de crecimiento que han sido favorecidas en 2020, vinculadas con la tecnología, la transición energética y el comercio electrónico.

La previsiones para 2021 apuntan a que el buen tono de las bolsas continúe, al calor de la liquidez y de la recuperación económica. Supondrá la consolidación de los sectores tecnológicos y de transición energética, con un mejor desempeño de los activos de aquellas compañías que mejor cumplan con los criterios de sostenibilidad (ESG). A corto plazo veremos la recuperación de niveles de compañías a las que benefician la reapertura económica, como compañías de trasporte, turismo o petroleras. Pero, a largo plazo conviene reestructurar las carteras dotándoles de un mayor peso a las compañías que participan en las tendencias de futuro.

La deuda y los bonos continuarán siendo sostenidos por los bancos centrales, por lo que no se espera volatilidad. Aunque pueden seguir siendo generadores de retornos, veremos una pérdida de interés por este activo en favor de los activos de riesgo.

En 2021 también tendremos incertidumbres, como la posible vuelta de las tensiones comerciales, un eventual Brexit desordenado o quizás algún nuevo cisne negro. Pero, la mejoría de los datos macroeconómicos, la vacunación colectiva y la decidida actuación de los bancos centrales y los gobiernos nos hacen tener una visión constructiva para el año de la vuelta a la normalidad.

CITAS ECONÓMICAS DE LA SEMANA

Lunes: Confianza de las empresas y consumidores en la zona euro.

Martes: PIB trimestral en EE.UU. y Reino Unido.

Miércoles: PIB de España. El Tesoro español subasta obligaciones a 10 años.

Jueves: Pedidos de bienes duraderos en EE.UU. Peticiones de subsidios de desempleo en EE.UU.

Viernes: Festivo en las principales plaza por la festividad de Navidad.

A la espera de más liquidez y más inflación en los activos financieros.

La pasada semana, tras cinco semanas de alzas, las bolsas internacionales se dieron un respiro. El record de hospitalizaciones por coronavirus y el bloqueo en las negociaciones sobre nuevos los nuevos estímulos fiscales en Estados Unidos y el temor a un Brexit sin acuerdo en Europa, activó la toma de beneficios en las bolsas, tras el rally de noviembre. El EuroStoxx 50 retrocedió en la semana un 1,51% con el IBEX 35 a la cabeza de las caídas con una caída semanal del 3,12%. Al otro lado del Atlántico el S&P 500 retrocedió un 0,96%, siendo el tecnológico del Nasdaq 100, con una caída semanal del 1,22%, el que peor desempeño mostró en Wall Street.

La salida de dinero de la bolsa y los nuevos estímulos monetarios anunciados por el BCE, llevaron a una nueva caída de la rentabilidad de la deuda europea. El hecho histórico de la pasada semana fue que España subastó por primera vez deuda pública a 10 años con interés negativo. Además, la TIR de la deuda española a 10 años en circulación se situó por momentos con tipos inferiores al 0%, cerrando la semana con una tasa pírrica del 0,007%.

La liquidez sigue inundando el mundo, el BCE anunció un aumento en su programa de compras de 500.000 millones, al que habrá que añadir el aumento que previsiblemente anunciará la Reserva Federal estadounidense en su reunión de tipos del próximo miércoles.

El objetivo es mantener el flujo de crédito en apoyo de la economía. Mantener los costos de los préstamos bajos para los gobiernos, los hogares y las empresas hasta que la pandemia se solucione. El efecto colateral es que el precio de los activos financieros deje de reflejar los aspectos fundamentales de la economía. El riesgo está en convertir la cotización de los bonos en un elemento meramente especulativo muy lejos de ser una referencia de la calidad del emisor y del vencimiento de los mismos. Aunque, no podemos negar que en la valoración de cualquier activo existen elementos especulativos, la cuestión está definir si el peso de los mismos les invalida como representación de los aspectos fundamentales.

Por el momento y mientras se mantengan los diferenciales de los bonos europeos respecto al bono alemán, considerado como el activo sin riesgo, podríamos decir que los componentes especulativos no están dominando el precio. Lo que estamos viendo es un desplazamiento de los tipos de interés hacía izquierda en la recta numérica. Es una cuestión matemática consecuencia de la gran liquidez, que por ahora no nos debería preocupar y a la que nos tenemos que acostumbrar.

Pero, sí que deberíamos estar muy atentos a la reducción de los diferenciales que he comentado. Esto sí que supondría un aumento del componente especulativo de los bonos y el riesgo de una mayor volatilidad en estos activos. Mientras esto no se produzca la estabilidad dominará en la renta fija.

La facilidad de crédito, la liquidez abundante y los programas de recuperación, destinados a regar el campo de la economía mundial, ayudarán a su recuperación, pero también correrán hacia otros campos aledaños. Los mercados de renta fija y las bolsas van a recibir gran cantidad de liquidez sobrante que no ha sido retenida en las tierras de la economía productiva. En algunos valores ya está produciendo, pero todavía deberíamos esperar una subida general de cotizaciones y la reducción de su rentabilidad por dividendo. Y esto no nos debería llevar a pensar que los valores están caros, como ya estamos escuchando, sino que están sufriendo en su rentabilidad por dividendo un desplazamiento a la izquierda en la recta numérica, como sucede con la rentabilidad de los bonos y también como consecuencia de la abundante liquidez.

Todo esto nos lleva a pensar que estamos en un momento muy propicio para la inversión, en el que el respaldo de los bancos centrales al sistema financiero, con sus programas de liquidez y los gobiernos, con sus programas de estímulos fiscales, van a generar a corto plazo una inflación en los propios activos financieros, incluidos los valores bursátiles. Por otro lado, las resoluciones positivas a las incertidumbres que se nos abrieron en este año 2020, ayudarán a que los datos macroeconómicos continúen mejorando y aportando estabilidad.

La semana en la que entramos vendrá marcada por las reuniones de tipos de la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón. El culebrón de Brexit puede generar cierta volatilidad a lo largo de la semana, aunque no parece que va a ser un elemento desestabilizador de la tendencia de los mercados. Por otro lado, el viernes tendrá lugar la llamada cuádruple hora bruja, en la que coincide el vencimiento de los futuros sobre índices, opciones sobre índices, futuros sobre acciones y opciones sobre acciones. Esto también puede generar cierta volatilidad en el mercado.

CITAS ECONÓMICAS DE LA SEMANA

Lunes: Producción Industrial en la zona euro y Japón.

Martes: Producción Industrial en China. Desempleo en China y Gran Bretaña. El Tesoro español subasta de letras a 3 meses.

Miércoles: PMI manufactureros y de servicios previsionales en la zona euro y EE.UU. Reunión del Eurogrupo. Ventas minoristas en EE.UU. Reunión del tipo de interés del FOMC de la Fed y rueda de prensa posterior.

Jueves: Reunión de tipos del Banco de Inglaterra y el Banco de Suiza. El Tesoro español subastará bonos a 3 años y obligaciones a 10 años. IPC de la zona Euro.

Viernes: Reunión de tipos del Banco de Japón. Índice IFO de confianza empresarial en Alemania.

El optimismo de los mercados y el Principio de Pollyanna

Entramos en la semana en la que el Consejo de Gobierno Banco Central Europeo va a expandir su programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP). Se espera un incremento de entre 400.000 y 600.000 millones de euros y su extensión hasta finales de 2021. Será una buena notica más para los inversores que se acumula a todas las noticias positivas del mes de noviembre.

Los mercados financieros están instalados en el optimismo y motivos no les faltan. Han abandonado la Ley de Murphy y están abrazados al Principio de Pollyanna, que proclama que todo lo que puede salir bien saldrá bien. El centrar la atención en los aspectos positivos, quizás como reacción a una situación tan extrema como es una pandemia, está llevado a los mercados a obviar la recesión de 2020 y a cerrar, con toda probabilidad, un año positivo para los activos financieros.

En este ambiente optimista, la pasada semana Wall Street marcó máximos históricos y en las bolsas europeas se superaron los niveles de marzo. El S&P 500 se anotó una subida del 1,67% y el EuroStoxx 50 un 0,33%. El mercado de bonos sigue aguantando bien, a pesar de la mayor apetencia por el riesgo.

Un ejemplo de la positividad que se ha instalado, es el comportamiento de las criptomonedas, que han recuperado valoraciones de sus mejores tiempos. Como activo especulativo por excelencia, el impacto de los aspectos emocionales en la cotización de las criptomonedas son determinantes y el peso emocional claramente positivo que se vive los últimos meses ha llevado, por ejemplo, al Bitcoin a acercarse a los 20.000 dólares.

Cuando se entra en esta dinámica la memoria tiende a olvidar los eventos negativos del pasado, por lo que el sesgo hacia la positividad se suele alargar en el tiempo. Por este motivo no esperamos un cambio de tendencia en los mercados en los próximos meses, en los que es probable que además los aspectos fundamentales empiecen a mostrar mejores cifras.

La aplicación del Principio de Pollyanna, que tiene su origen en las novelas del británico Eleanor H. Porter, puede ser virtuoso siempre que se tome más tiempo en identificar y considerar los hechos negativos o peligrosos que acontecen a su alrededor, focalizándose en los aspectos positivos. Es importante ser conscientes de los aspectos negativos. Sino el principio de Pollyanna puede convertirse en el Síndrome de Pollyanna, más cerca de un trastorno que de una virtud.

Para aprovecharnos del principio de Pollyanna, en el asset allocation y especialmente en la selección de compañías para la cartera de inversión, debemos considerar los aspectos negativos para focalizar el posicionamiento en los positivos. No podemos dejarnos llevar por el optimismo puro, en el que todo vale, porque en un momento los fundamentales podrán a cada uno en su sitio y podemos descubrir que tenemos en la cartera compañías sobrevaloradas o zombies (sobreviven gracias a las facilidades de financiación pero no generan valor). Identificar los efectos negativos o penalizadores nos evitará sufrir el síndrome de Pollyanna.

La pandemia nos ha dejado unos ganadores como son las compañías tecnológicas, el Nasdaq 100 acumula una rentabilidad del 40% este año, y el final de la pandemia va ser el resurgir de compañías cíclicas, petroleras, telecos, turismo etc. y la apuesta decidida por la sostenibilidad. Pero no todas las compañías tecnológicas van a tener un buen desempeño el próximo año y entre las compañías cíclicas algunas habrán quedado demasiado dañadas para disfrutar de la normalidad. Mantener una visión crítica nos puede ayudar en estos momentos a seleccionar nuestro posicionamiento, a pesar del optimismo general.

Quizás una de las orientaciones que en la actualidad puede llevarnos a cometer menos errores, en la asignación de activos en nuestra cartera, es la orientación hacia la sostenibilidad, energías renovables y proyectos verdes. En esta tendencia podemos todavía encontrar compañías que generan valor, con un buen recorrido y que no están sobreviviendo gracias a los programas de financiación de la pandemia. Un ejemplo nacional de estas compañías es Soltec Power (SOLPW), que la pasada semana se destacó con un avance del 25,74%.

Citas económicas de la semana:

Lunes: Producción industrial de Alemania. Confianza del inversor en la zona euro.

Martes: PIB trimestral de Japón. Índice Zew de confianza inversora en Alemania. PIB de la zona Euro.

Miércoles: IPC de China. Producción industrial de España. El Tesoro español emite obligaciones a 10 años. Confianza del consumidor en España. Inventario de petróleo crudo en EE.UU.

Jueves: PIB y producción manufacturera en Gran Bretaña. El Tesoro español subastará bonos a 3 y 5 años y obligaciones a 10 años. Reunión de tipos y de política monetaria del BCE y rueda de prensa posterior.

Viernes: IPC en Alemania y España.