Atentos a la temporada de resultados, propicia para construir cartera

SEMANA DE 16 DE ENERO DE 2023

La semana pasada las principales bolsas internacionales arrojaron un resultado positivo, gracias en parte al buen dato del IPC de diciembre en EE.UU. La inflación del país norteamericano cerró el 2022 en el 6,2%. Supone la sexta caída consecutiva del dato de inflación interanual y la sitúa en su nivel más bajo desde hace más de un año. Además la inflación subyacente, considerada como la inflación estructural, también se moderó más de lo previsto hasta el 5,7%. Todo un aliciente para que su banco central siga frenando las subidas de tipos y se vea más cerca el final de las mismas. Como consecuencia el índice que más ha sido penalizado por las subidas de tipos, el tecnológico Nasdaq 100, se apuntó el mayor avance semanal con una revalorización del 4,54%. Por su parte, el S&P 500 ganó un 2,67% en la semana y el europeo EuroStoxx 50 un 3,31%.

La expectativa de un final cercano del ciclo de subidas de tipos también generó gran interés por los bonos cuyas Tires se contrajeron durante esta última semana. La deuda corporativa ha vuelto a despertar el interés de los inversores, ofreciendo un muy buen comportamiento este principio de año, siguiendo de cerca al de la renta variable.

El banco central de EE.UU., la FED, está empezando a ganar su batalla contra la inflación. Como dice su presidente, la estabilidad de precios es la base para una economía sana y traerá grandes beneficios futuros para los ciudadanos. Pero, lograr esa estabilidad supone infligir daño en la demanda a corto plazo, con el riesgo de recesión que esto conlleva. La demanda comienza a deteriorarse, pero la Fed se ha encontrado con un aliado en la fortaleza de su mercado laboral, que le puede permitir lograr su ansiado aterrizaje suave de la economía. A pesar de que a lo largo de este año 2023 la actividad en las empresas se reduzca, se pensarán dos veces empezar a despedir personal ante la dificultad que hay de encontrar mano de obra ante la expectativa de una recuperación próxima de dicha actividad. Recordar que si no se genera paro no estamos en crisis.

En este entorno, ha regresado el interés por los activos de riesgo. El balance a medio plazo comienza a compensar las valoraciones actuales de dichos activos. Los efectos secundarios de la medicina que nos han impuesto los bancos centrales parece que no van a ser muy perjudiciales y el final del tratamiento está cada vez más cerca. El paciente se encuentra emocionalmente más positivo y esto puede ayudar a una recuperación más temprana.

Este es el escenario actual para los mercados y que está marcando su comportamiento. Es un escenario positivo y que invita a construir cartera, pero no estaremos exentos de volatilidad y de comportamientos dispares. Porque en este ciclo inflacionario, consecuencia de la pandemia de la Covid-19, estamos entrando en el momento de confirmar que estos efectos secundarios de las medidas de los bancos centrales no son graves, como descuenta el mercado. La búsqueda de esta confirmación viene pegada a la publicación de los resultados empresariales y más especialmente a las previsiones que las compañías harán para los próximos meses. 

La temporada de publicación de resultados va a tomar el relevo a la inflación como protagonista en los mercados para las próximas semanas. Se espera en general cierta contracción en los resultados de las compañías del S&P 500, pero lo que realmente puede generar más volatilidad son las previsiones que dichas compañías hagan de sus ventas y resultados para los próximos trimestres. Unas previsiones que ya se hacen para un entorno de tipos como el actual y que también tendrán en cuenta la caída de la inflación. Unas previsiones neutras, o no muy negativas, afianzarán el escenario que los mercados descuentan este principio de año y permitirá que la recuperación se extienda a lo largo de los próximos meses, a pesar de que nos toque vivir las habituales correcciones. Pero este comportamiento no parece que vaya a ser uniforme.

La temporada de resultados nos puede permitir rebalancear las carteras tácticamente hacia compañías que presenten tanto una mayor consistencia en sus resultados como en sus previsiones. También aprovechar las correcciones, de los próximos meses, para construir una cartera consistente a medio plazo. 

2023: Posicionamiento ante una inflación a la baja

El buen tono acompaña a los mercados este principio de año, especialmente en el viejo continente. La semana ha dejado rentabilidades cercanas al 6% en el Euro Stoxx 50, apoyadas en unos datos de inflación de la zona euro inferiores a lo previsto. En diciembre la inflación anual cayó al 9,20% desde el 10,1% en noviembre, lo que puede ayudar a que las subidas de tipos del BCE sean menores de las previstas. Los bonos también recogieron este buen dato con caída en sus rentabilidades, que habían estado presionadas al alza desde la última comparecencia de los banqueros centrales. Al otro lado del charco, los datos de empleo, que se publicaron el viernes, confirman la resiliencia de la economía estadounidense ante la subida de tipos. Esto animó a las bolsas que empiezan a descontar un aterrizaje suave según se ve más cerca el final de la subida de tipos.

Una vez superadas las festividades navideñas, lejos ya de los efluvios que la opulencia del momento genera en el ánimo, llega el momento de realizar una aproximación fundamentada y coherente de lo que nos puede esperar este 2023 en el mundo de los activos financieros.

Los protagonistas del año seguirán siendo, en un primer plano, la inflación y los bancos centrales, así como el impacto de sus medidas en la actividad económica y el empleo. En un segundo plano, el conflicto bélico en Ucrania. Por supuesto, la puerta siempre queda abierta para cualquier incertidumbre o cisne negro que nos pueds visitar. Los últimos años el mundo ha demostrado una gran hospitalidad hacia estos visitantes inesperados, pero no debemos considerarlos en un análisis previsional.

La inflación está en remisión. Los detonantes de la misma, como fueron los cuellos de botellas en materias primas, transportes e incremento del precio de la energía se han ido normalizando desde la mitad del pasado año. La inflación ha sido una consecuencia directa de los desajustes por la  pandemia y tras un ciclo de dos años, la situación se ha autorregulado. Por ejemplo, el cobre cotiza al mismo precio que en enero de 2021 y un 11% menos que en enero del pasado año. Los precios medios de los fletes marítimos a nivel mundial han caído un 78% respecto a su precio en enero de 2022, según marca el índice Drewry World Container. Por su parte, el precio del petróleo está a niveles de septiembre de 2021 y con una caída del 40% sobre los máximos marcados en 2022.

En definitiva, en la comparativa de precios de 2023 con 2022 el componente coste u oferta no va existir, y va a ser la inflación estructural la que puede presentar algo de persistencia, que tenderá a remitir según el consumo se ralentice, como ya estamos viendo. Lo más previsible es que este año 2023 la inflación tanto en EE.UU como en Europa se sitúe en niveles inferiores al 3%, teniendo en cuenta la tendencia de los últimos meses.

Los que llevan el timón de la nave de la política monetaria, están monitorizando estas circunstancias y han ralentizado  el ritmo de subidas de tipos. Saben que los impactos de la política monetaria, como el comportamiento de la inflación se observan con retraso. Hay un decalaje entre la acción y la reacción. Una acción demasiado brusca y prolongada puede ser nefasta para la trayectoria de la embarcación.  Quien ha gobernado una embarcación sabe perfectamente que el giro del timón no se refleja inmediatamente en el movimiento del barco y también sabe que antes de llegar al rumbo deseado hay que cambiar el giro y enderezar dicho timón (en argot naviero llevarlo a la vía). En ocasiones, en la aplicación de la política monetaria, da la impresión que las autoridades olvidan estos principios y generan cierta preocupación en los mercados, como lo vivido este pasado año.

Todo apunta a que la subida de tipos se terminará este primer semestre del año, no va ser necesario ver inflación inferior al 2% para que esto suceda, el timón hay que llevarlo a la vía antes de que estemos en el rumbo. La dialéctica agresiva utilizada por los presidentes de los bancos centrales no es más que un intento de influir en el comportamiento del consumo porque saben que no pueden subir más los tipos de lo que está ya descontado, máximo 3,25% en Europa y 5,10% en EE.UU. Aunque no está prevista una revisión a la baja de los tipos este 2023, es probable que según se acerque el final del año, con una inflación controlada, aumenten las presiones para que comience la reducción. 

Los datos de empleo en EE.UU apuntan a una economía fuerte capaz de soportar los niveles actuales de tipos de interés y la economía China empieza a despertar después de finalizar con su política cero COVID-19. Esto nos hace pensar que aunque encontremos la economía mundial ralentizada este 2023, en general el impacto en las compañías y en los resultados empresariales no parece que vaya a ser muy importante. 

Respecto al conflicto bélico de Ucrania, se hace difícil determinar un resultado. Lo único que podemos decir es que cualquier alto el fuego o resolución será muy favorable para los mercados. En términos humanitarios nos queda la esperanza de que finalice cuanto antes.

Con todo esto, tenemos una expectativa positiva para los activos financieros para este 2023. La inflación a la baja y los bancos centrales frenando las subidas de tipos va a permitir obtener los retornos que se negaron en 2022. Otros años con ciclos de subidas tipos, como por ejemplo 2018, también supuso la caída en todos los tipos de activos, recuperándose valoraciones con creces al siguiente año, tras la parada en la subida.

Actualmente tenemos una muy buena expectativa en todo lo que tiene que ver con la renta fija, especialmente el crédito de Europa y EE.UU. Estos activos tienen una rentabilidad que hace años no veíamos, e incluso les hacen ser más seleccionables que la propia renta variable. Un año como el que tenemos por delante, con fin de subida de tipos y riesgo de crédito a la baja, es propicio para acumular rentabilidades en estos activos. En 2018 el índice de renta fija global Barclays Global Aggregate cayó un 1,2%, en 2019 se apuntó un +6,8%.

En renta variable debemos fijarnos en las compañías con dividendo o compañías Value en detrimento de las Growth. Vamos a necesitar dividendo alto para competir con los bonos y compañías con bajo dividendo y endeudamiento alto es probable que no terminen  de despegar este 2023. Tenemos una gran oportunidad en estas compañías value que están penalizadas por el descuento de una recesión dura, que cada vez es menos probable. En 2018 las compañías value cayeron de media  un 10% y en 2019 se apuntaron un +22%. Compañías con capacidad de fijación de precios en el mercado van a verse favorecidas por la reducción de costes, intentando resultados.  Respecto a sectores, energías renovables, sector financiero o de salud se apuntan como ganadores para este 2023. Es probable que no toda la renta variable vaya a tener un buen comportamiento, porque su recorrido estará topado por los tipos que aunque frenes su subida seguirá siendo alto, por lo menos hasta 2024.